Animalismo.-
El amor, la defensa y el respeto
a los animales y más si son nuestras mascotas está fuera de toda
duda , incluso nuestras sociedades han evolucionado con legislaciones
apropiadas que castigan a los maltratadores y demás personas que manifiestan
crueldad con todo tipo de animales. A partir de estos movimientos legítimos en
defensa de los animales surgen paralelamente los extremistas que tratan de
equiparar a los animales con los humanos. Hace un par de años se "lío la
marimorena" , las autoridades sanitarias españolas procedieron a
sacrificar la mascota de una ATS enferma del virus del Ébola por riesgo de
haber contraído también el virus, más de 300.000 personas se movilizaron en ese
momento para evitar su sacrificio..., hubo protestas, cordones humanos ,
manifiestos y todo lo
inimaginable.
Es evidente que el animalismo, entendido como esa equiparación fanática
con las personas, está alcanzando una gran popularidad, quién no tiene algún
amigo vegano o una hija animalista, como es mi caso, es duro que te estén
recordando a cada instante lo malo que eres al comerte un filete cuando
familias por la crisis se hartan de comer repollos y lechugas o las descalificaciones antitaurinas de
nuestra fiesta milenaria nacional que ya viene de la Edad del Bronce y del
culto al toro de las tribus del Mediterráneo; mientras tanto, seguimos
impasiblemente como miles de seres humanos mueren de sed y hambruna en el
mundo.
Y es que no se termina de
entender o no se quiere, que los animales no son sujetos de derecho porque no
son personas. Ni tienen derechos ni tienen obligaciones. No se le puede obligar
a un perro que no se "cague" en la calle, ni se le puede sancionar si
lo hace. Otra cosa distinta es que nuestra sociedad esté en contra de la
crueldad a los animales y como es "nuestro derecho" el no maltratarlos
también es "nuestro deber" evitar al máximo su sufrimiento y
sancionar las malas conductas de los maltratadores o incluso denunciar los procedimientos
“crueles” de sacrificio. 
