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martes, 21 de enero de 2014

LA MEDICINA DEFENSIVA Y LA INFORMACION VERBAL


 Realmente no está justificada la alarma y la práctica de una medicina defensiva, de manera objetiva. Si bien es cierto que la medicina es una actividad que conlleva riesgos y el aumento de la actividad ha provocado que crezca el número de demandas que persiguen importantes indemnizaciones, pero también es cierto que los datos estadísticos que se manejan dicen que de los millones de actos asistenciales que se realizan , muy pocos son los que se denuncian.

Sin embargo existe la tendencia, por un lado los médicos ejercen de forma muy cautelosa la profesión y para cubrir sus espaldas se abusa de la interconsulta y de las investigaciones diagnósticas, pensando que así están más protegidos de las demandas de los abogados; por su parte, el paciente busca aprovecharse de los errores del médico, para obtener recursos económicos, a veces a costa de poner en riesgo su propia salud. Luego, entre esta marea, se desplaza la comunicación médico paciente actual, que puede tornarse perversa, generadora de desconfianza y eleva los costos de atención.

Por el contrario el ejercicio de la llamada medicina defensiva supone, en algunos casos, un retraso efectivo de los tratamientos, que si pueden derivarse en una responsabilidad por parte del médico, algo absurdo en una medicina cada vez más protocolizada. Los médicos tienen una obligación de medios y no de resultados, salvo la obligación de resultados por materiales disponibles y analíticas. Si se ha realizado una actuación prudente, conforme a la lex artis, no debe haber preocupación.
Respecto a la importancia de la comunicación con el paciente está demostrado que el factor más significativo que conduce a la insatisfacción del paciente es el fracaso del profesional sanitario para explicar adecuadamente el procedimiento o de proporcionar las instrucciones correspondientes.

El profesional debe proporcionar descripciones exactas y precisas y ser capaz de comunicarse sin tecnicismos. Si el profesional es incapaz para expresarse cuidadosamente y en términos simples, entonces el mensaje que transmitirá al paciente será vacío de contenido.

Si la comunicación con el paciente es deficiente, la posibilidad de conflictos es muy elevada  sobre todo en unos tiempos que predomina la medicina defensiva, caracterizada por la desconfianza entre médicos y pacientes.

La constancia escrita de la información tiene un mero valor “ad probationem” , garantiza que hay constancia del consentimiento y de las condiciones en que se ha prestado, no puede sustituir a la información verbal, que es la más relevante para el paciente. Luego  la información escrita no excluye la información verbal,  especialmente en aquellos tratamientos continuados en los que se va produciendo la información integra en un procedimiento gradual y básicamente verbal, a través de la cual se pone en antecedentes sobre las características de la intervención a la que va a ser sometido el paciente y los riesgos que conlleva.